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19/12/14



Hace nueve años Oscar Villordo murió de un golpe en la cabeza luego de ser detenido sin causa en la comisaría. La Justicia confirmó que ninguno de los policías acusados pagará por su muerte.

Ser pobre, pescador y changarín en una de las localidades más marginadas de la provincia, y morir de manera violenta luego de ser detenido sin causa en la comisaría del pueblo, es sinónimo de impunidad. La historia de Oscar Villordo demuestra que hay lugares (en este caso Santa Elena) donde la Justicia, además de ser lenta, no llega.

La larga lucha durante más de nueve años de su hija Eloisa y el abogado Guillermo Vega para lograr una condena justa no fue suficiente. Esta semana la Cámara de Casación Penal confirmó la sentencia de la jueza Cristina Van Dembroucke, la cual absolvió a dos policías por la muerte del hombre y condenó a uno a solo dos años de prisión condicional por la detención ilegal. Años antes, los médicos del hospital local que no lo asistieron, imputados por mala praxis, fueron beneficiados con la probation.

“Lo que pasó me partió el alma, porque como hija yo quería que se haga justicia por él”, dijo a Diario Uno Eloisa Villordo.

Según la acusación de la querella, el 2 de setiembre de 2005 a la noche Villordo fue a la comisaría de Santa Elena a reclamar el pago de unos pescados que les había vendido a los policías. En la guardia le dijeron que el deudor no estaba y lo echaron. Villordo insistió y los policías le dieron una paliza y lo dejaron en la celda hasta el día siguiente, sin anotar su ingreso en el registro de la dependencia.

De este episodio fue testigo Cristian Cardozo, un hombre que esa noche también estuvo preso y vio cómo lo llevaron al pescador arrastrando al calabozo. Antes de las 7, horario del cambio de guardia, lo mandaron para el rancho donde vivía.

Poco después llegó a la comisaría un amigo de Villordo, Alejo Ojeda, a avisar que el hombre se encontraba mal, con fuertes dolores de cabeza y sangrados. Un patrullero lo buscó y lo llevó al hospital. Los médicos dijeron que era un borrachín con abstinencia alcohólica, le suministraron té y nada más. Diez días después Villordo murió por una meningitis aguda producto de la infección cerebral por el derrame y fractura en la base del cráneo.

La autopsia realizada por el médico de Tribunales Horacio Siromsky develó la muerte horrible y violenta que sufrió Villordo: tenía el cerebro destrozado por los golpes y por la falta de atención médica. Además, el forense afirmó que hubo un mal diagnóstico por parte de los médicos del hospital de Santa Elena, quienes no lo revisaron de manera exhaustiva.

La investigación logró la imputación de tres policías: Ramón Agustín Morán, por los delitos de Lesiones Graves y Privación ilegítima de la Libertad Calificada; y Alberto Javier Gere Bert y Cristian Daniel Villalba por Encubrimiento agravado.

En mayo de este año se realizó el juicio en La Paz. Las pruebas y los testigos permitieron pedir condena a la acusación. A los presentes les llamó la atención que la jueza Van Dembroucke interrumpió el alegato del querellante porque “no sabía a qué apuntaba”. La misma magistrada lamentó, al final del debate, que haya pasado tanto tiempo para juzgar la muerte de Villordo. Finalmente, decidió absolver a los tres policías por la agresión al pescador, y solamente fue condenado Morán a dos años de prisión en suspenso por privación ilegítima de la libertad.

La semana pasada se realizó la audiencia de Casación, donde el querellante Vega insistió en la condena a prisión para los policías. Pero el miércoles el tribunal integrado por Marcela Davite, Rubén Chaia y Hugo Perotti confirmaron la sentencia.

El dolor de la injusticia

Eloisa Villordo, hija de la víctima, dialogó con diario Uno luego de conocer las sentencia de Casación. “Primero y principal yo quería que lo condenen a Morán por lesiones graves, porque a mí me contaron que a él (a su papá) lo patearon. Cuando yo fui a La Paz y pasó lo que pasó (el juicio) se me partió el alma porque como hija yo quería que se haga justicia”.

La joven, que vive en Paraná y entonces tenía 16 años, recordó el día que se enteró que habían matado a su padre: “Esa tarde yo volvía con mis hermanitos del comedor y mi prima me dice: ‘Negra lo mataron a tu papá en Santa Elena, la Policía’. Ahí se me derrumbó el mundo porque yo no lo conocía, y lo quería conocer vivo, saber quién era mi padre. Fui con mi hermano mayor, llegamos de noche, primero no me dejaban pasar al velorio y cuando yo les digo ‘soy la hija’, me abrazó un compañero y me dijo ‘este era tu papá’. Y ahí lo vi en el cajón, nunca se me va a olvidar, jamás”.

“Todos los amigos me decían ‘él siempre se acordaba de vos’, es más, llevaba mi nombre en el brazo”, contó Eloisa.

Cuando fue el juicio, la joven viajó con su bebé, acompañado por integrantes de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia, porque tenía miedo. “Cuando los tuve frente a frente a los tres policías me temblaba el cuerpo. En la sentencia cuando los absolvieron a los dos y Morán quedó con esa condena, se burlaban, se reían”, lamentó.

Ahora, con la confirmación de esa sentencia, Eloisa siente el dolor de la impunidad: “Me voy remal porque aunque sea yo pensaba que uno iba a pagar en la cárcel por lo que le pasó a mi papá. Tenía esperanzas de que vaya preso. Uno nunca lo va a superar, como yo lo vi a mi papá en el cajón sin conocerlo no se lo deseo a nadie”.




(La Nota digital)

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